La luna resplandecÃa en el firmamento nocturno, impasible ante la mirada de millones de espectadores atónitos por su majestuosidad. Aquella fue la noche que lo cambió todo…
La noche en que la luna inspiró a miles de poetas y enamorados por su extraordinaria belleza. Sin embargo, otro grupo de personas corrÃan desesperados recopilando datos e información. CientÃficos de todo el mundo corroboraron, aterrados, que su increÃble avistamiento se debÃa a que el astro se habÃa acercado miles de kilómetros hacia el planeta tierra, corriéndose de su órbita habitual. Aún peor, con el pasar de las horas, el satélite terrestre seguÃa su recorrido en espiral hacia su inevitable colisión.
La información de semejante descubrimiento no tardó en darse a conocer. El fin del planeta tierra y de la vida en él, tenÃan fecha de caducidad. Los cientÃficos buscaron dar una explicación a tal suceso, pero la incógnita de aquella fluctuación gravitacional no tenÃa sentido. Los dÃas pasaron y las horas estaban contadas.
La humanidad se sumió en desesperación, la economÃa mundial se desplomó y los actos delictivos aumentaron sin precedentes. El ser humano mostraba su verdadera cara bajo una amenaza inminente y mortal. Sin embargo, con el pasar de los dÃas una faceta comenzó a tomar fuerza, el amor por los seres queridos, las reconciliaciones y el apego por el prójimo.
Y allà estaban, Adán y Eva, bañados bajo la luz del enorme astro que colisionarÃa en cualquier momento. Como hacÃa doce años cuando Adán habÃa llevado a Eva al mismo puente y bajo la misma luna donde por primera vez le confesó su amor, en aquel mismo lugar permanecÃan para recibir a quien vio florecer su relación.
De pronto, Adán sacó de su bolsillo un anillo con un cristal enorme. Lo habÃa comprado con los ahorros que habÃan juntado para financiar su primer terreno, al fin y al cabo, ya nada importaba.
_ Eva, ¿Quisieras ser nuevamente mi esposa?
Le preguntó, y aunque sabÃa que aquel acto solo era simbólico pues jamás llegarÃan al altar, Adán necesitaba expresar su amor por ella.
Sin embargo, Eva ya no lo amaba, el tiempo habÃa erosionado ese sentimiento tan puro que alguna vez sintió. De alguna manera, Eva se identificaba con la decisión de la luna de colisionar con la tierra. El astro que por millones de años habÃa permanecido en un perfecto equilibrio y armonÃa con su compañero, sin explicación aparente, decidÃa destruirse y destruir a su amado planeta. Asà se sentÃa Eva destruyendo el corazón de un perfecto enamorado que después de tantos años, aún se arrodillaba con una sortija en la mano que para ella no significaba nada.
En ese momento observó los ojos de Adán como hacÃa muchos años no lo hacÃa. Esos ojos claros que cuando lloraban se enrojecÃan intensificando su color. Como la ocasión cuando Eva perdió el único embarazo que lograron llevar a término, tal vez, ese era el último recuerdo que tenÃa de su mirada. Nuevamente, los ojos de Adán estaban cubiertos de lágrimas. Eva pensó por un instante que él ya se habÃa dado cuenta que ya no lo querÃa, que incluso lo despreciaba. Pero Eva conocÃa muy bien a Adán y sabÃa que la expresión en su rostro no era de angustia, sino de miedo. Miedo porque el fin se acercaba, miedo porque eran los últimos momentos con su amada. Ya no importaba el mañana, ni el trabajo, ni siquiera el dinero. Solo importaba que estaba allÃ, junto a Eva, en aquel puente donde hacÃa doce años le habÃa confesado su amor y bajo la misma luna que un dÃa decidió acabar con todo. Y ante ese pensamiento Eva se dio cuenta que ya nada tenÃa relevancia. Lo banal y lo cotidiano perdieron importancia, de alguna manera un peso invisible que llevaba en sus hombros desapareció y una revelación se presentó en su corazón, el amor por aquel hombre no se habÃa perdido en el tiempo, no estaba muerto, simplemente estaba oculto tras las cosas que ya ni siquiera importaban, tan perfecto y latente como el primer dÃa. El amor por Adán volvió a llenar su alma, y junto con ese sentimiento el terror la invadió, pues el tiempo se habÃa agotado. Ya no volverÃa a ver a Adán, ya no podrÃa recuperar el tiempo donde lo material fue más fuerte que el amor. Entonces Eva cayó de rodillas frente a su amado y lo abrazó sollozando, pidiendo perdón. Adán la abrazó sonriendo, pues entendÃa su tristeza, aquel dilema también lo habÃa aquejado unos dÃas antes de comprar el anillo. Los amantes se miraron con lágrimas en sus ojos y se fundieron en un beso eterno, mientras la luna destruÃa la atmósfera terrestre acabando con la vida en el planeta tierra.