Una imagen recurrente
invadÃa los pensamientos de aquella adolescente,
ensimismada en su capullo por miedo al rechazo,
LucÃa vivÃa su vida sufriendo sus fracasos.
Soñaba con una hermosa mujer,
la más hermosa y delicada,
era tal su belleza, que la gente se alejaba
como se alejaban de ella, tanto en la escuela como en su casa.
Ambas eran diferentes al resto,
LucÃa era extraña y retraÃda:
odiaba su cuerpo, su cuerpo imperfecto
y odiaba su persona, no encajaba y no podÃa.
Pero la mujer de sus sueños era diferente por su perfección,
sombrÃa y parca con mirada penetrante
que helaba la sangre de quien la veÃa,
con excepción a LucÃa, a ella le generaba incitación.
La mujer de sus sueños tenÃa un nombre
que aún no se atrevÃa a pronunciar,
pero con el paso de las horas querÃa conocerla,
y al fin con ella poder bailar.
LucÃa se encontraba en la regadera,
con una navaja en la mano
tomando coraje para conocer a la hermosa muerte
y fundirse en su mortal abrazo.